Unos sostienen que solo se trata de entretenimiento, un pasatiempo que, además, resta tiempo de otras actividades más importantes; otros creen que se trata de una forma diferente de educar, con un potencial sin precedentes del que solo se ha visto la punta del iceberg.
Desde su paso por el Congreso el pasado junio, el proyecto de ley orgánica educativa que lidera la ministra Isabel Celaá ha sido objeto de controversia y ha conseguido dividir a la comunidad educativa de nuevo. Y decimos de nuevo porque no es la primera vez que una iniciativa de este calado levanta suspicacias tanto en los sectores sociales como en la esfera política.